Un toque humano

Young Talents x Marset

Un toque humano

Un proyecto de Rebecca Scheinberg con la lámpara Bolita
Entrevista de Simone Rossi

La fotógrafa Rebecca Scheinberg se inspira en las formas femeninas perfectas y crea un juego
de tensiones entre el objeto y la silueta humana. La lámpara Bolita de Kaschkasch invita a interactuar y a moverla para atenuar la luz. Rebeca pretende captar este concepto: Crea un delicado diálogo entre silueta y lámpara utilizando el cuerpo femenino, presionando sus delicadas extremidades contra la luz. Un hermoso equilibrio visual entre
movimiento y calma, en el que la intensidad de la luz parece orgánica, en lugar de electrónica.

“Encontré la inspiración en la propia lámpara, en su forma perfecta y profundamente femenina.
Es un juego entre la fuerza y la suavidad, el movimiento y la calma.”

Rebecca Scheinberg
Al leer tu biografía, lo que más sorprende es tu formación en artes escénicas y las experiencias que tuviste, por ejemplo, con la conocida Compañía de Danza Batsheva de Tel Aviv; cuéntanos un poco más sobre los primeros años de tu trayectoria artística.  
R.S.A los 16 años abandoné mi hogar en Sydney, Australia, y me trasladé a Londres para estudiar ballet; poco después me uní a la Batsheva Ensemble. Aprendí mucho y fue un período muy intenso para mí que ciertamente influyó en mi forma de concebir las cosas, de pensar y de relacionarme con la gente y con mi trabajo. Fue una época interesante porque llegué bastante lejos, aprendí de la danza, me di cuenta de que era una forma única de escuchar el ritmo de tu cuerpo y tus sensaciones. Todavía enseño Gaga, es una experiencia realmente gratificante, lo más cercano que he encontrado a estar realmente presente. Es un lenguaje hermoso.  
En algún momento de tu trayectoria artística ha surgido la fotografía como medio de expresión ¿a qué se debe esta evolución?  
R.S.Llegó un momento en que me di cuenta de que no quería seguir bailando, siempre me había gustado el estudio del movimiento y la dimensión física, pero no me apasionaba la faceta escénica en primera persona. Esa etapa había llegado a su fin y no sabía lo que quería hacer. "¿Sigo queriendo hacer algo creativo?" Esa fue la verdadera pregunta en ese momento. Finalmente, decidí que realmente quería... bien, en realidad, la fotografía me atrapó. Pensé: "Está bien, solicitaré plaza en escuelas de arte y, si entro, iré, si no, me dedicaré a alguna otra cosa durante un tiempo". Me aceptaron y la fotografía me atrapó desde el principio. Siempre me ha gustado la conexión que la fotografía crea con la realidad. A pesar de que establece un vínculo muy subjetivo, pues nada es demasiado real en una imagen, consigue provocar una sensación única de conexión con la vida, con el presente. La fotografía tiene algo poderoso, tiene el potencial de conmover a las personas y esa es la parte que realmente me gusta.
La forma en que tratas el cuerpo, sus formas suaves, siempre en movimiento, son huellas visibles de tu enfoque escénico. ¿Hasta qué punto crees que tu técnica fotográfica se ve influenciada por tu experiencia con la danza?
R.S.Enfoco la fotografía y la interpretación de la misma forma. Creo que es un modo de proceder inherente a mi mirada que ha ido desarrollándose conmigo desde joven. Lo interesante de la danza es que es tan expresiva, un lenguaje que evita las palabras y las sustituye por gestos y movimientos. Es un aspecto que siempre me ha interesado y la fotografía puede expresarse de la misma manera. No sé en qué medida una afecta a la otra. Actuando sobre el escenario no me sentía cómoda. Disfrutaba de la sensación física de bailar e interactuar con la gente, pero no me gusta estar en el centro de la escena. Gracias a la fotografía, mi papel ha cambiado.
Tanto si fotografías cuerpos o naturalezas muertas, tus fotos siempre destilan fragilidad y erotismo. Esto es lo que sucede en tu proyecto para la lámpara Bolita de Kaschkasch, donde una tensión latente fluye a través del espacio. ¿De qué modo logras unir erotismo y forma en tu trabajo?
R.S.Creo que mi trabajo no está tan relacionado con el erotismo como con la sensualidad. En mi opinión, la sensualidad puede proceder y propagarse de todo tipo de cosas, se encuentra en las texturas, los gestos corporales, los paisajes. La sensualidad te acerca a la verdad, elimina los filtros y la protección entre el sujeto y el objeto, y crea un espacio con mucha disponibilidad. Es lo que busco en mi trabajo, la transparencia.
Entonces, ¿podemos decir que un objeto tiene una especie de sensualidad interna?  
R.S.Sí, creo que depende del objeto: algunos son maravillosamente masculinos, otros femeninos; naturalmente tiendo a buscar la feminidad más que la masculinidad. Para mí es mucho más fácil encontrar sensualidad en los objetos, en la textura, en la forma en que la luz cae sobre algo, pero tengo curiosidad por ver qué pasa cuando añades a una persona a la escena, jugando con ese momento, entrando en contacto con mi sensualidad en el espacio.
En el texto breve que presenta el diseño de la lámpara Bolita, afirmas que te inspiraste en una profunda feminidad. ¿Qué define este tipo de enfoque?  
R.S.En la lámpara, la feminidad estaba esencialmente ligada a su forma y presencia. Su hermosa cúpula producía una luz cálida que promovía la suavidad y la relajación, hasta tal punto que para interactuar con ella debías ser cuidadoso; su diseño fomentaba la sensibilidad al tacto y los movimientos lentos, y todo esto me parecía profundamente femenino.
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