Reflections on light – Maria Reig – primera parte

A una lámpara lo que yo le pido es que no te invada ni a ti ni a tu entorno

La sensibilidad hacia la iluminación crece al observarla. Es lo que le ha pasado a Maria Reig, que lleva años fascinada por los efectos de luz que ofrecen los entornos naturales y por cómo iluminar los espacios que habitamos. Licenciada en derecho y bellas artes por la Universidad de Barcelona, es heredera de un gran patrimonio familiar que gestiona a través de Reig Capital group. Esta empresaria y política andorrana ha participado además muy activamente en la vida cultural y empresarial de Barcelona durante la última década. La iluminación ocupa un lugar trascendental tanto en sus residencias privadas como en sus propiedades hoteleras. Su reflexión sobre los matices de la luz y las sombras nos ofrece otra perspectiva más allá del estricto diseño.

-¿Qué es la luz?

-No hay una sola luz. Hay tantas como capacidad tiene de proyectar sombras. Las sombras son las que confieren el color, el ambiente y la calidez en un espacio. Me ocurre a menudo con las lámparas que nunca acabo de encontrar la que recree ese ambiente que quiero. A una lámpara le pido muchas prestaciones, no sólo la fuente de luz, también regular la intensidad, incorporar bombillas con distintos tonos… Creo que hay un aspecto que a menudo olvidamos, la capacidad de proyectar sombras a nuestro alrededor. Sin sombras no hay relieve.

¿La luz artificial tiene que imitar la luz natural?

No. Primero porque no se puede. La luz natural cambia cada minuto. Depende del color de la naturaleza a su alrededor, es diferente en el desierto que en un bosque del norte de Europa. En el bosque es más metálica que una luz del sur, más amarilla. Lo que creo es que la luz artificial tiene que poder adaptarse a los ambientes que quieres recrear. Hay muchas lámparas en el mercado, miles, pero para mí todas tienen un defecto: ponen el acento en dar luz, no en la capacidad de crear escenarios o proyectar sombras, y no sólo una, sino capas de sombras.

-¿Existe la lámpara perfecta?

-Creo que sí. Tendría que crear una escenografía mezcla de salón de hotel con un ambiente “velouté”, aterciopelado, con capacidad de seducción. Las lámparas no pueden ser estáticas, tienen que ser dinámicas, recoger los colores de su alrededor y proyectarlos. De ahí la importancia del espacio donde colocas la lámpara y cómo acentúas ese color que quieres reforzar.

Si tuviera que encargar la lámpara perfecta no sería sobre la luz, sería sobre la proyección de sombras. Si pudiera encontrar una lámpara que través del dimmer pudiera intensificar más o menos las sombras, sería la lámpara perfecta. Estas sombras no tendrían que recrear la naturaleza, tendrían que recrear ángulos de luz o capas de sombras. Se puede hacer perfectamente.

-¿Cómo iluminas tu casa? ¿Qué factores tienes en cuenta?

-Para mí es como crear un cuadro. Para iluminar una habitación, pienso dónde pondré las pinceladas de luz. Puede ser que decida iluminar un trozo de cortina y así destaco el color que a mí me gusta. Voy variando a lo largo del año, de las estaciones, moviendo un poco esa luz, alejándola o acercándola a los objetos o las telas.

Sobre el dilema entre la función y la forma …

-Hoy en día hay dos obsesiones. La fuente lumínica lo más blanca y potente posible para dar luz. La gente quiere luz, luz, luz. Hay demasiada luz por todas partes. Se confunde con confort y acaba siendo invasiva. Si no eres capaz de controlar la fuente a través de filtros o de proyecciones de sombras se hace insoportable. Siempre digo que hay casas que parecen el hall de un aeropuerto. La casa tiene que ser más intimista. Los puntos de luz tienen que estar en el lugar que necesitas. Si vas a coser o a leer tienes que tener el punto de luz al lado, no en todas partes.

La segunda obsesión es sobre el diseño. Hoy con los LEDs, que son minúsculos, o con la cantidad de bombillas que hay, se puede hacer de todo. Los LEDs han incorporado una nueva dimensión a la iluminación, es una fuente fría que puedes acercarla mucho a la persona y no molesta, no caldea el ambiente.

Se dice que el diseño debe ser funcional y que el objeto sea bonito. Pero a una lámpara lo que yo le pido sobre todo es que no te invada ni a ti ni a tu entorno.