Reflections on light -Christophe Mathieu- segunda parte

La luz es un lenguaje que provoca en ti una serie de sensaciones

 

-Dices que te gusta pensar por qué fracasa una lámpara…

-Es muy interesante analizar por qué una lámpara triunfa y gusta, pero también lo contrario. A veces te dicen: “hombre, ya no pienses por qué esta lámpara ha ido mal”. No es por masoquismo que lo hago. Me gusta identificar las razones, los errores y qué elementos se podrían haber mejorado, aprendo. Yo lo comparo con aquellas cajas que había en las ferias en Canarias cuando era niño. Llevaban unos cordones todos del mismo largo. Tenías que tirar de ellos y se trataba de acertar con el cordón que te daba el premio.

También es interesante analizar por qué una lámpara tuya tiene éxito, por qué gusta a los demás, cuáles son los elementos y las variantes que forman una buena lámpara. Es como lo de la estructura que toda buena historia debe de tener: inicio, nudo y desenlace. Creo que hay gran paralelismo entre diseñar un objeto, escribir una novela, componer una canción, hacer una película o incluso elaborar un buen plato de cocina.

Hay otros diseñadores que les importa menos, qué dicen “Ah, a mí me da igual, con que me guste a mi es suficiente”. No es mi caso.

-Tú quieres gustar

-Y quién no? Yo quiero que quieran las cosas que diseño. A mi me hace ilusión, como me ha pasado algunas veces, que de repente voy a casa de alguien que tiene una lámpara mía, que ha adquirido y no sabe que es mía. Esa persona, entre todas las lámparas que se encontró en la tienda, escogió esa. No soy tan partidario del diseñador que se convierte en personaje, y es gracias a ese personaje que el producto se vende. No es que esté en contra, porque existe y si ayuda a vender el producto mejor, pero me siento más cómodo cuando el objeto que diseño se convierte en el protagonista.

-Qué destacarías de la iluminación LED?

-Mira, algo muy sencillo y que me ha pasado a mí mismo. No hay que olvidar que una lámpara es un objeto de luz. Con los LEDs, ahora las lámparas vienen ya con su propia iluminación incorporada, y por tanto, como diseñador controlas mucho mejor el tipo de luz que quieres que haga esa lámpara. Antes, sugerías un tipo de bombilla incandescente o halógena, y la gente se iba a la tienda de la esquina o al lampista y compraba lo que le recomendaban sin tener en cuenta la temperatura de luz adecuada para esa lámpara, o la calidad de la bombilla o la intensidad de luz. Y además, como los LEDs duran 30 años, puedo controlar mejor la experiencia del usuario final con el objeto que he diseñado.

 -De pequeño, te hacías tus propios juguetes ¿Está en el origen de tu profesión?

Siempre he sido muy manual, muy matérico. Entonces ya me construí el tirachinas para que afinase más la puntería y llegase más lejos. Al principio iba para arquitecto, mi padre lo era, de niño lo acompañaba a las obras y al volver a casa dibujaba casas. Me acuerdo que con 11 años me hice una casa de madera de dos pisos en un terreno que había al lado de casa, o sea que en el fondo me gusta bastante la arquitectura y la construcción de objetos.

Otra opción fue Bellas Artes. Al final opté por del diseño industrial porque lo que realmente me interesa es el arte aplicado, que exista un briefing, el objeto acotado con una utilidad práctica.

-¿Qué es la luz?

Es una herramienta muy poderosa. Sino que se lo pregunten a arquitectos, interioristas, directores de cine, fotógrafos… La luz es lo que permite que todo lo que nos rodea se vuelva visible, que percibamos nuestro entorno de un modo determinado, moverte por el espacio, apreciar colores, formas y volúmenes, realizar actividades, lograr que un espacio parezca más grande o pequeño, confortable o incluso que produzca rechazo, y todo hace que influya en nuestro estado de ánimo y calidad de vida.

La luz también es un lenguaje. La lámpara se convierte en un objeto que habla y provoca en ti una serie de sensaciones, que se traducen en más o menos confort.